Continúo con el Diario de Alarma de un guía de turismo con estas reflexiones. Desde el Día #0 han pasado muchas, demasiadas cosas que en el resumen del Día #1 tampoco han cabido.
Domingo y quince, Día #2, tampoco será el momento de explayarse…
Empezamos rutina con los desayunos, algo de música para alegrar el ánimo y me impongo ser yo el que se exponga a salir a por víveres a diario, principalmente leche y pan.
Al salir noto algo más de fresco que ayer. Encargo pan cortado, de un kilo, baguette ancha y un par de bolsas de leche.
Al regresar reviso comunicaciones. Finalmente contacto y cancelo Semana Santa ante el mareo de mensajes y comunicados oficiales.
Me agota pensar que estaré expuesto a una cantidad excesiva de información que circula en grupos y redes, tanto de cómo pasar el encierro de manera cómoda y entretenida como sobre las barbaridades que se están cometiendo por personas que se toman a broma los avisos ya realizados. Incluso los mismos comunicados oficiales me causan dolor de cabeza.
El pánico y enfado que aprecio en whatsapp de algunas amistades me hacen imaginar que el diario que he decidido compartir quizá no deba ver la luz, pero pospongo la decisión a más tarde.
Me abruma pensar la suerte, buena o mala, que tengo por haberme visto forzado a parar. Cuando leo que hay quien trabaja produciendo piezas para coches y, no sólo no paran sino que además parece que las condiciones no son las mejores se me saltan la lágrimas de rabia.
Y las personas que viven de ofrecerse como extra, sin más contrato que las horas que eche, que seguro serán más que las que consigne el papel.
Tendré que averiguar cómo resolver con el estado, hacienda y seguridad social este parón. Pero antes es la convivencia lo que más miedo me da.
La gestión de posibles discusiones en casa con Tomi o las niñas es algo a lo que me debo anticipar. No quiero acabar loco. Son demasiadas nuestras diferencias y, mal que bien, estos dos últimos años han quedado aparcadas gracias a la distancia que ha ofrecido educación enviándola a Huelva y Cádiz y los pocos ratos compartidos.
Con las peques ya compartía código. La ausencia de su madre nos ha hecho fuertes y creo conocer o re-conocer los márgenes para negociar con ellas, aunque esta situación todo lo cambia prácticamente todo.
Abro una cerveza para picar mientras cocino. Hoy tocan lentejas. Mientras la tarde pasa se me agudiza el dolor de cabeza. La tos nerviosa de la peque me hace temer.
De manera espontánea, las niñas han iniciado una sesión de aeróbic que nos contagia ánimo. El intentar seguir el paso de lo que vemos en pantalla me hace sentirme un pato. Río, sudo, respiro. Ellas también.
Estamos viviendo una primavera muy rara desde antes de empezar el año. Voy a la cama cansado. Mañana, dios dirá.
COVID19, Reflexiones, sostenibilidad turística
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