Hoy hablo, como guía oficial de turismo que soy, del asunto del turismo, que además de paralizado por el coronavirus por fin ha entrado en pánico. Y tengan cuidado…, el turismo quiere ser el primero en recuperarse.
Como en una película de miedo, cada destino muestra sus dientes. Se visten de gala en cuentas oficiales para emitir pequeñas dosis de felicidad en abierto.
Algunos amigos proponen que se realicen tesis sobre el consumo con los datos que arrojen mercados en meses venideros. Otros compañeros comparten vídeos que amenizan las tardes enclaustrados. Los que ya no tenemos pelo escribimos lo que podemos.
Todo esfuerzo es necesario. Si se sabe remar y hacia donde.
Peligra la continuidad de la industria. Es un sector demasiado dependiente, demasiado frágil a pesar del músculo y los datos que se exhiben con orgullo y sin vergüenza alguna desde este gran país:
Record en número de llegadas, ingresos por importaciones, gasto medio diario, porcentaje de empleo, contribución al PIB… ¿No son todo bondades de una industria que, con estos datos, refuerza su expansión?
Cabe, quizá, una segunda lectura:
Monocultivo, exceso de poder de grandes corporaciones transnacionales, abusos de la intermediación especializada, o, peor aún, cabida, previo pago, de todo tipo de barbaridades.
No es que dejen de existir momentos, circunstancias personales que nos lleven a buscar excentricidades, también debemos mimar nuestra oferta y aceptar encargos siendo responsables.
El parón obligado por coronavirus es un golpe duro en las cuentas de resultados de profesionales y empresas locales. Yo mismo lo estoy sufriendo.
Pero también un alivio al soporte físico sobre el que operamos. Los servicios socio-medioambientales de ciertos lugares, hasta antes de la crisis masificados, han mejorado.
¿Realmente es tan mala la estacionalidad? ¿Hasta cuándo continuarán despertando los cisnes a Venecia mientras se mira, coqueta, en el espejo de sus canales?
Mal gestionado el turismo es la gran debilidad de los territorios, capacidad sobrada hemos visto en los últimos tiempos que tiene de llevarlos al colapso.
¿Muerte por éxito?
Nos reíamos, reclamando aquí la «avalancha de turistas» que provocaba turismofobia.
Algo sí es cierto. Creatividad, dinamismo y el eterno camino hacia la sostenibilidad son lo único que podrá sacarnos del pozo en el que caemos. Mejor estar preparados. ¿Qué haremos la próxima? Porque las habrá. No quepa duda, y pienso que no, no todo vale…
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COVID19, Reflexiones, Sostenibilidad
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